sábado, 14 de agosto de 2010

Estética Paris

Me encontraba en un espacio cerrado. En contra esquina, con mis pensamientos, pasando por mis deberes y dando vuelta a mis ilusiones. Sus suposiciones son ciertas, no es una coincidencia absurda. Estoy en una peluquería. La Yolis se movía de una manera rápida, algo dispersa, sus ahora extintas curvas de 50 años se movían al son de su artista favorita; Yuri, no había día que fuere que no se encontrara cantando Detrás de mi ventana, Maldita Primavera o Cuando baja la Marea. En realidad, esa música nunca fue de mi agrado, pero era al menos soportable. Recuerdo salir de las peluquerías tradicionales, esas con manivelas de colores y cortes que incluían mediano o casquete corto, a la Van Gogh : con los oídos sangrando por chutarme el Fonógrafo mientras hacían gusarapos con mi cabello. Esa era una de las principales razones por la cuál frecuentaba la Estética Paris, al principio era extraño que una señora moviendo el bote me cortara el pelo. Como todo en la vida, termino gustándome y me acostumbre a la rutina mensual de presentarme en ese peculiar local.

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