martes, 18 de enero de 2011

El hombre sin manos

El sonido es realmente desagradable. Es lo único que no soporto del metro, ese sonido que genera al moverse estación a estación, ese pequeño silbidito que todos logran ignorar excluyendolo. Era un día normal, Paolo se aprestaba a llegar a su trabajo. Cerraba los ojos cansados y dormitaba en el asiento vacío. Se despertó tras pasarse de su estación correspondiente. Volvería llegar tarde al trabajo. En ese preciso instante el hombre sin manos entraba impetuosa y caballerosamente. De manera tambaleante empezó a pedir limosna. Paolo llegaba a su destino. Se ruborizaba inmediatamente. No podía dejar de pensar como el desdichado hombre tomaba las limosnas, sino contaba con manos para sostener esa pequeña cantidad de infortunio.

1 comentario:

  1. hey me agrada

    de verdad para mi esos son los heroes a quienes debemos idolatrar a esas personas que siguen luchando por la vida... :3

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