-¡Estoy harta!- Mas que un grito era el aullido de desesperación fraternal
-¡No me importa, es mi ultima palabra!- Acto seguido el estruendo de la puerta paralizo su mirada.
-¡Nunca me va a entender! Sosegada hablaba en voz alta, la rama más fresca del árbol genealógico.
El amor muchas veces, traspasa fronteras. No importan las dificultades: la gente acaba embobada con alguien o algo. Se puede representar de varias maneras y puede tener todo tipo de soluciones tergiversables. La persona o cuestión pueden estar de acuerdo, es decir, se convierte en un agrado mutuo. El problema radica: en el dolor repercutido por el fracaso. Esta vertiente se puede originar por circunstancias que la persona “embobada” es total y completamente ajena. Muchas veces esto concluye con el debacle de la persona en cuestión.
Tocaban a la puerta, era un toque tenue; la madre no sabia si su hija seguía ahí, muchas cosas apuntalaban a esta afirmación. Sus sospechas ciertas, pero ella no imaginaba la magnitud de lo sucedido. Ella ya no estaba, pero solo en alma.
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